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Hoy el mundo celebra un año de la aprobación, por parte de los 193 Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas, de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con 17 Objetivos y 169 metas. 

Esta propuesta universal, integrada y transformadora, tiene por objeto estimular las acciones que acabarán con la pobreza y crearán un mundo más sostenible durante los próximos 15 años. Dicha agenda parte de los logros de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los cuales fueron aprobados en el año 2000 y orientaron las acciones para el desarrollo en los últimos 15 años.

Si bien los ODS no incorporan ningún tema explícito acerca de la dinámica demográfica, absolutamente en todos los objetivos y metas, las personas, sus necesidades, aspiraciones y sueños ocupan una posición especial. Esta es la más importante razón por la cual el espíritu del UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas, está en los ODS.

En este momento de aniversario, es importante insistir en que los ODS no pueden lograrse si no cumplimos los derechos humanos de las mujeres y las niñas. Se debe luchar por invertir en su salud sexual y reproductiva, incluido el acceso a la planificación familiar, y su derecho a estar libre de discriminación, violencia y prácticas nocivas como el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y la violencia basada en el género.

Para este día, queremos resaltar algunos mensajes, anclados en nuestro mandato:

Trabajemos juntos porque cada embarazo sea deseado y cada parto transcurra sin riesgos

Todas las mujeres y las niñas tienen derecho a determinar libremente el número y espaciamiento de sus hijos y a desarrollar todo su potencial. Tenemos que poner en sus manos las oportunidades y herramientas para conseguirlo.

Cuando las niñas y muchachas revierten en acciones los beneficios de la educación y la salud reproductiva, se convierten en particulares motores de cambio.

La juventud puede cambiar el mundo si les apoyamos para que alcancen todo su potencial

Cuando la juventud puede reivindicar sus derechos a la salud, inclusive a la salud sexual y reproductiva, y también a la educación y a las condiciones de trabajo dignas, pueden constituir una poderosa fuerza de transformación económica.