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La necesidad de atender el embarazo adolescente en Cuba, reconocida por la academia y por las autoridades de salud, plantea, además, el desafío de estudiar con más detalle las diferencias entre territorios y grupos de edad. "Cuando se habla de fecundidad adolescente, por ejemplo, usualmente se hace referencia a la población femenina entre 15 y 19 años", aseveran las doctoras Daylin Rodríguez Javiqué y Matilde Molina Cintra, del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la Universidad de La Habana.

"Sin embargo, es importante estudiar por separado al grupo de las madres entre 12 y 14 años, tanto por su importancia como por su evolución en los últimos años", advierten las expertas en su artículo "Fecundidad adolescente en Cuba: algunas reflexiones sobre su comportamiento por provincias y zonas de residencia", publicado en la primera edición de 2016 de la revista Novedades en Población.

Igualmente, ambas demógrafas insisten en investigar con mayor profundidad las diferencias territoriales de la fecundidad temprana, sobre todo en el caso de las cinco provincias orientales.

Historias como la de Aleysa González[1], de 14 años, respaldan la preocupación de las estudiosas del Cedem. Nacida en el municipio de Maisí, en el extremo este de Cuba, a poco más de 1.000 kilómetros de La Habana, González decidió emigrar de su pueblo natal cuando salió embarazada hace alrededor de un año.

"Mi papá es muy burro (violento, riguroso) y nos había repetido muchas veces a mí y a mi hermana mayor que, si nos preñábamos (embarazábamos) antes de casarnos, nos iba a 'pelar al moño'. Cuando sospeché que estaba en estado, le pedí al papá del niño que nos fuéramos del pueblo", contó a SEMlac.

El novio de González tiene 23 años y es trabajador agrícola. En el momento de la entrevista, durante el pasado mes de marzo, esperaban el nacimiento del bebé en otro municipio de la provincia.

Aunque estaban alojados con unos parientes, González llevaba dos semanas ingresada en el hogar materno de la localidad a causa de un diagnóstico de bajo peso, peligroso para el buen término de su gestación. A la muchacha le preocupaba, más que nada, cómo iban a vivir en el futuro.

"Raúl no ha encontrado trabajo en esta zona y a la casa no podemos volver. Hablé por teléfono con mi hermana y dice que mi papá no entiende y que no me quiere ver. Le dijo a los vecinos que ahora tenía una sola hija", contó a este servicio.

Actualmente, González no estudia ni trabaja. Según la legislación cubana, con 14 años necesita el permiso de la madre, el padre o un tutor legal tanto para casarse como para matricular en la secundaria básica, el nivel de estudios que le correspondería y que en Cuba es el último de enseñanza obligatoria.

Datos para emprender acciones

En Cuba, la fecundidad presenta valores muy bajos y estables desde hace alrededor de 40 años, aunque en general sigue siendo temprana, pues cerca del 60 por ciento de los nacimientos ocurren en mujeres entre 20 y 29 años de edad, según un seguimiento de los datos oficiales de los Anuarios Demográficos, publicados por el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (Cepde), de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

Sin embargo, "al interior de ella hay que estudiar la desarticulación que resulta de los elevados niveles de embarazo y fecundidad en la adolescencia", explicó a SEMlac la doctora Grisell Rodríguez Gómez, subdirectora del Cedem y estudiosa de esta variable demográfica desde hace más de una década.

En 2016, 50 de cada 1.000 muchachas menores de 20 años se convirtieron en madres, según la más reciente edición del Anuario Estadístico de Salud de Cuba, correspondiente a 2017.

Aunque el dato disminuye en relación con el año anterior, cuando representó 52, 5 por cada 1.000 jóvenes de esas edades, el indicador se ha incrementado respecto a una década atrás, en que el valor era de 41,8 nacimientos por cada 1.000, según el Anuario Demográfico de Cuba.

La tasa de 2016 representa un número absoluto de más de 17.600 adolescentes que se convirtieron en madres en solo un año. Por edades, destacan los nacimientos de madres menores de 15 años que han oscilado de 361 a 393, en números totales, entre los años 2010 y 2015, de acuerdo con datos del Cepde.

En las cinco provincias orientales, en tanto, la fecundidad adolescente muestra niveles por encima de los 62 nacimientos por cada 1.000 muchachas, muy superiores a la media nacional del país.

A juicio de Rodríguez Gómez, estos comportamientos en Holguín, Granma, Las Tunas, Santiago de Cuba y Guantánamo son resultado de interacciones múltiples que incluyen factores socioculturales y económicos.

Así lo confirma una investigación que, ya en 2012, había estudiado el comportamiento del embarazo adolescente en el municipio de Campechuela, en la provincia de Granma, a unos 900 kilómetros de La Habana.

De un universo de 50 jóvenes gestantes identificadas en dos consejos populares del municipio, se entrevistó a 25 de ellas, con edades entre 13 y 19 años.

"El nivel de escolaridad predominante es el de secundaria básica", precisa el artículo "Caracterización psicosocial de un grupo de adolescentes embarazadas del municipio Campechuela", publicado en la revista Novedades en Población en 2015. 

El estado civil predominante entre las muchachas estudiadas era la unión consensual y, como norma, "reúnen un conjunto de factores en el ámbito familiar que las coloca en riesgo", asevera el artículo.

Entre esos riesgos, el texto enumera que la mayoría no vivía con ninguno de sus padres en el momento de quedar embarazadas, el nivel escolar de las familias era bajo y más de la mitad eran, a su vez, hijas de madres adolescentes.

Asimismo, más de la mitad de las muchachas había tenido su primera relación sexual antes de los 15 años y sin protección, el 80 por ciento tenía una pareja sexual mayor de 20 años en el momento de la entrevista y más de 15 de ellas se había realizado algún aborto.

"El 80 por ciento de las adolescentes embarazadas tiene un nivel de conocimiento bajo en cuestiones relacionadas con la salud sexual y reproductiva; el 56 por ciento no conoce acerca del período fértil, el 96 por ciento ignora las principales consecuencias del aborto y el 64 por ciento desconoce las principales consecuencias del embarazo", contrasta el texto.

Sin embargo, resulta paradójico que a pesar de esta desinformación, la mayoría refirió conocer la existencia de los métodos anticonceptivos.

La vida de Aleysa González guarda evidentes semejanzas con la caracterización de sus congéneres de Campechuela.

La madre de esta jovencita de Maisí tenía 13 años cuando nació su hermana, dos años mayor y desde entonces dejó los estudios y se convirtió en ama de casa.

Aunque González asegura conocer algunos métodos anticonceptivos explicó a SEMlac que no los había usado en sus primeras relaciones "porque todo ocurrió muy rápido y ni pensamos en eso". Luego, al salir embarazada de un novio varios años mayor, las prioridades cambiaron.

En busca de datos más precisos

Los resultados de la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados (MICS), realizada por el Ministerio de Salud Pública con el acompañamiento de Unicef en el año 2014, aportan algunos datos que respaldan la preocupación de las demógrafas entrevistadas por SEMlac.

En el caso de la cobertura de uso de anticonceptivos, por ejemplo, son las cinco provincias del oriente de Cuba las que reflejan el menor porcentaje y un descenso en comparación con los resultados obtenidos en estudios similares de 2006, 2011 y 2014.

En cuanto al porcentaje de mujeres de 20 a 24 años que tuvo un nacido vivo antes de los 18 años, las también conocidas como encuestas MICS igualmente observan el mayor nivel en estas provincias.

También preocupan las elevadas tasas de aborto inducido. Según datos del Ministerio de Salud Pública, uno de cada cuatro abortos que se registran en el país tiene lugar en mujeres menores de 20 años, una proporción similar a la de todos los nacimientos vivos que ocurren entre las adolescentes, con lo cual las cifras de embarazo crecen en esas edades.

Cuando usted suma todos esos indicadores, "comprueba que el riesgo sobre la salud sexual y reproductiva y sobre el desarrollo de esta generación de jóvenes es muy alto", advertía ya el doctor Roberto Álvarez Fumero, director del Programa de Atención Materno Infantil del Ministerio de Salud, durante un panel convocado con motivo del Día Mundial de la Población, el 11 de julio de 2016.

Así, aunque no alcanza las cifras de los años 80 del pasado siglo, cuando se producían más de 70 nacimientos por cada 1.000 mujeres de entre 15 y 19 años, el embarazo en la adolescencia vuelve a posicionarse en Cuba como un bombillo rojo que atrae la atención de investigadores y especialistas.

Actualmente, "buena parte de las mujeres cubanas tiene sus hijos entre los 20 y los 24 años, pues una combinación de voluntad política y educación logró disminuir el embarazo en la adolescencia de los altos niveles de fines de los años 80, pero es evidente que el tema no está resuelto", explicó la doctora Rodríguez Gómez.

"Los embarazos de madres adolescentes están aumentando en números absolutos y eso es un tema al que hay que volver a prestar atención en términos de política", alertó.

Por su parte, Rodríguez Javiqué y Molina Cintra insisten en la necesidad de analizar los datos desagregados.

"Es muy evidente que el comportamiento de la fecundidad adolescente no es homogéneo, ni por edades ni al interior de los territorios", confirmó Rodríguez Javiqué durante una conferencia impartida a periodistas a finales de mayo. 

TOMADO DE SEMLAC