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El contexto específico puede variar, pero sea en la ciudad o en una zona rural, el machismo y las prácticas cotidianas asociadas a esta ideología devienen en barrera que aleja a los hombres de los cuidados de su salud, tras lo cual se esconden mandatos patriarcales que les impiden mostrarse vulnerables, los lleva a soportar dolor y a acudir de forma tardía a los servicios médicos.

Sobre este tema, que demanda mayor atención y concientización, alertaron especialistas de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes), quienes con el apoyo del UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas en la nación caribeña, desarrollaron el primero de noviembre, uno de los talleres del I Consenso Masculinidades: significaciones y prácticas hegemónicas y su impacto de la salud sexual de los hombres.

Especialistas en medicina, psicología, demografía, comunicación social y el trabajo comunitario, entre otras áreas, dan ahora pasos más sólidos en el país, para encontrar rutas comunes de trabajo, a partir de bases científicas aportadas por quienes han sistematizado aspectos asociados al modelo de masculinidad hegemónica y sus grandes exigencias, que imponen roles, tensiones y desconocimiento respecto con el cuidado de la salud.

“Este es el séptimo consenso que organizamos relacionado con la salud y la salud sexual, en este caso la masculina, que ha sido una brecha identificada en la investigación”, explicó Beatriz Torres, presidenta de la Socumes, sobre un tipo de espacio para lograr acuerdos sobre problemas complejos.

A su juicio, al ser una brecha en los estudios, fue una demanda de los integrantes de la Socumes y se ha abordado en este consenso, con cuatro equipos que trabajaron en una organización teórica y conceptual de igual número de temas.

La búsqueda de investigaciones previas profundizó en la conceptualización y rutas investigativas sobre masculinidades, salud y salud sexual de la práctica científica cubana; sexualidad y experiencias en salud sexual; expresiones hegemónicas masculinas en diferentes patologías clínicas y prevención y atención en el trabajo comunitario.

Que nadie quede atrás

En la inauguración del espacio, Rafael Cuestas, Coordinador Internacional de Programa del UNFPA en Cuba, resaltó que “llegar a un séptimo consenso es la evidencia de un trabajo sostenido, que anteriormente ha propiciado el diálogo sobre temas tan diversos como los padecimientos cardiovasculares, renales, la diabetes, el suelo pélvico, la oncología, y la violencia de género y sus interrelaciones con la sexualidad”.

De igual modo, enfatizó en la importancia del Consenso “en un contexto en el que urge tener mayores certezas sobre cómo trabajar con todas las poblaciones y en el caso de los hombres esta iniciativa ayuda a tener claridad en el abordaje de las masculinidades y su relación con los derechos sexuales y reproductivos, la fecundidad, la planificación familiar, la prevención de la violencia de género, los cuidados, las paternidades, entre otros tópicos”.

Cuestas mencionó que resulta paradójico que “aún existan hombres de todas las edades que, ante las dolencias o padecimientos, tienen como práctica recurrente la búsqueda de recursos para evitar mostrarse vulnerables, en lugar de acudir a los servicios de salud, a pesar de que Cuba tiene la fortaleza de proveer el acceso universal y gratuito”.

Para el UNFPA el trabajo con las masculinidades es importante y muestra de ello es que el tema forma parte de los acuerdos reflejados en el Consenso de Montevideo, de 2013, la reunión más importante de la Latinoamérica y el Caribe en materia de población y desarrollo.

El Capítulo E del Consenso incorpora como medida prioritaria número 59, la necesidad de “incrementar el acceso de los hombres, incluidos niños, adolescentes y jóvenes, a la información, la consejería y los servicios de salud sexual y salud reproductiva, así como promover la participación igualitaria de los hombres en el trabajo de cuidados (…), fomentando la construcción de nuevas masculinidades (…)”.

Más allá de mitos y concepciones

La intención I Consenso Masculinidades: significaciones y prácticas hegemónicas y su impacto de la salud sexual de los hombres es trascender el enfoque de prevención de salud y contribuir a desmontar la concepción machista y patriarcal de lo que es ser varón.

“Las masculinidades tienen que ver con un proceso de construcción social, cultural, histórico y político acerca de lo que significa ser hombre, aspectos que son aprendidos y por ende modificables”, explicó María Teresa Díaz, del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR).

Según la psicóloga las construcciones genéricas, apegadas a la percepción y al reconocimiento de la superioridad masculina, les han impedido a los varones desarrollarse formas de relación equitativas, potenciadoras de crecimiento individual y social saludables.

Esas concepciones de la masculinidad responden a una visión en la cual el hombre tiene la responsabilidad de proveer, ser exitoso en el espacio público, tener la sexualidad presente en todo momento y con rendimientos impecables, a la vez que se le expropia de emociones que impliquen dolor, temor, inseguridad, desconocimiento y vulnerabilidad.

Esta es un área donde existen vacíos investigativos, al decir de la psiquiatra Yamira Puentes, pues son escasos los estudios sobre la vinculación afectiva en las experiencias de la sexualidad masculina.

Especialistas señalaron también la necesidad de mejorar la interacción disciplinar en investigaciones sobre los hombres entre las ciencias de la salud, la medicina y actores que participan en las definiciones de políticas, a fin de garantizar una visión más integral del fenómeno.

Otra de las propuestas reitera un llamado a que las investigaciones partan del análisis del contexto social y de las condiciones y circunstancias particulares en que se producen las prácticas. Además, se resaltó que hoy más mujeres que hombres se dedican al estudio de las masculinidades.

Participantes llamaron a atender, igualmente, las “desigualdades intragénero”, un elemento que en opinión de la psicóloga María Teresa Díaz demanda de estudios sobre las relaciones entre los hombres, al interior de sus grupos, pues se ha observado que existen censura y desaprobación cuando no se cumple con los patrones establecidos por el grupo, en su mayoría determinados por el machismo patriarcal.

En este camino se insertaron propuestas como las de médico y activista por los derechos LGBTI Alberto Roque, quien exhortó a volver la mirada hacia los hombres trans y la construcción de la masculinidad desde ese grupo; y de la máster Raida Semanat Trutie, del Centro de Estudios de la Juventud, quien llamó la atención sobre ese proceso, pero en jóvenes y adolescentes.

Roque insistió en que es imprescindible que el Consenso refleje los derechos reproductivos de las masculinidades, algo que suele soslayarse y es vital, particularmente en edades como la adolescencia. Una de las brechas de género en la fecundidad en estas edades pasa, en muchos casos, por el entramado de una débil e insuficiente educación sexual, donde la ausencia del varón es explícita, señaló.

En tanto, el economista Juan Carlos Albizu-Campos sugirió ampliar la multidimensionalidad en el abordaje del Consenso, donde predominan actualmente las especialidades de la salud, la psicología y la sociología. La demografía, la economía o la filosofía también pueden aportar saberes, precisó.

Otras propuestas aludieron la necesidad de educar y sensibilizar a este segmento poblacional, incorporar el tema de las violencias y masculinidades, así como sugerencias para repensar el término masculinidad como factor de riesgo.

A su vez, se recalcó en la pertinencia de protocolos de salud masculina y otras propuestas viables para su atención en términos de políticas, servicios y programas, así como que los mensajes de bien público y el cine que se proyecta en el país aparezcan los hombres relacionados con problemas como el cáncer de mama, para elevar la percepción de riesgo. (UNFPA, con información de Semlac e IPS Cuba)