Heterogéneas, complejas y diversas son las familias que conviven hoy en Cuba. Reconocer esa realidad y plasmarla en la nueva Constitución es apenas el primer paso de un camino de múltiples desafíos, coincidieron especialistas reunidos en La Habana, durante la X Conferencia Internacional de Derecho de Familia.
Para Leonardo Pérez Gallardo, presidente de la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de Familia, la nueva Constitución que entró en vigor el pasado 10 de abril sienta las bases para un Derecho de Familia más democrático.
“En una sociedad plural no puede existir un concepto único y excluyente de familia, identificando a esta, únicamente, con aquella surgida del vínculo matrimonial”, precisó el experto.
Pérez Gallardo dejó inaugurada la X Conferencia Internacional de Derecho de Familia, que se celebró en La Habana, entre el 8 y el 10 de mayo. En ella participaron alrededor de 150 delegados e invitados de España, Ecuador, México y El Salvador, además de Cuba.
La apertura tuvo lugar en el anfiteatro de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, en presencia también de Rosabel Gamón, viceministra de Justicia; Farah Saucedo, vicepresidenta del Tribunal Supremo Popular; Reinaldo Cruz, vicefiscal general de la República, José Alexis Ginarte, presidente de la UNJC y Rafael Cuestas, Coordinador Internacional del UNFPA en Cuba.
Yamila González Ferrer, vicepresidenta de la Unión de Juristas de Cuba (UNJC), reconoció el acompañamiento del UNFPA al proyecto Género y Derecho, que desarrolla su organización desde 2011 con el apoyo del Fondo de Población, y que tributa al reciente evento.
A juicio de Pérez Gallardo, en la nación caribeña ha operado un proceso de repersonalización en las relaciones familiares, que se aleja de la tradicional familia nuclear y busca atender intereses más valiosos, como el afecto, la solidaridad, la lealtad, la confianza, el respeto y el amor.
Con él coincide Yamila González: “El hecho de que nuestra Constitución proteja la diversidad familiar y que todos los tipos de familias sean igualmente válidos e importantes es algo fundamental”, aseveró.
Para conseguir que esa protección sea realmente efectiva, urge revisar las normativas vigentes relacionadas no solo con la estructura familiar, sino también con otras ramas del derecho civil y penal que abarcan asuntos económicos, patrimoniales, vinculados a delitos o violencia, entre otros.
A juicio de González Ferrer, la permanencia de estereotipos sexistas en los entornos familiares constituye una amenaza y obliga, además, a explicar detalladamente los cambios que deberán incluirse en las leyes, para no limitar los derechos de las personas a partir de prejuicios.
Los desafíos de “las familias”
¿Qué representaciones sociales o imaginarios colectivos se construyen hoy en torno a las familias cubanas? La interrogante, formulada por la doctora Patricia Arés Muzio, durante su conferencia, pone la mira en un conflicto cada vez más público entre dos visiones contrapuestas: las conservadoras y negativas, frente a las progresistas y positivas.
Las primeras giran alrededor “de la defensa del modelo de familia nuclear conyugal y heterosexual” y consideran que existe cierta desarticulación de la familia, su desmembramiento, desmoralización y degradación de valores.
Las segundas, en tanto, destacan que existe un reconocimiento, aceptación y respeto a las diversidades familiares, señaló la profesora titular de la Facultad de Psicología, de la Universidad de La Habana.
Para la experta, no valen visiones “ni apocalípticas ni idealizadas”. A su juicio, las familias cubanas “viven transiciones complejas, múltiples y encontradas” y tanto juristas como cientistas sociales y decisores de políticas necesitan miradas transdisciplinares, complejas, holísticas y humanistas para poder comprenderlas.
De esa realidad se desprenden muchos de los desafíos de cara a las legislaciones que ahora comienzan a elaborarse o revisarse, entre ellas el Código de Familia.
La legalización del matrimonio igualitario no es el único reto que enfrentará esa nueva norma jurídica y otras que también deberán ser revisadas. Entre ellos también se incluye el tema de las uniones consensuales, que hoy prevalecen en un alto número de hogares o la atención a la violencia intrafamiliar, necesidad que también quedó explícita en la Constitución cubana.
Las nuevas normas deben tener en cuenta dinámicas familiares muy diversas: hogares donde niñas y niños viven con solo uno de sus progenitores o con abuelos y abuelas; aquellos con personas de edad avanzada, o en los que, durante años, parejas de diversos tipos han vivido sin formalizar su unión, ya sea por decisión propia o porque la ley actual no lo permite por tratarse de personas del mismo sexo.
Pero, igualmente, se impone una mirada desde el Derecho a las desigualdades motivadas por los acuerdos económicos que sustentan las familias, como demostraron con amplitud en su análisis acerca del régimen económico del matrimonio en Cuba las profesoras Nileidys Torga Hernández y Aliani Díaz López, de la Universidad de Pinar del Río, en la zona occidental del país.
Igualmente, el derecho penal está urgido de cambios que pasan no solo por una mirada más plural a las diferentes formas de conformación de las familias, sino también por la necesidad de la incorporación de enfoques de género en su formulación y ejercicio.
“Necesitamos prescindir de los tipos clásicos de familias, pues no aportan elementos suficientes al Derecho Penal”, reflexionó con SEMlac Lázaro Enrique Ramos Portal, Máster en Criminología y profesor de Derecho Penal de la Universidad de La Habana.
En nuestro Código Penal tenemos una estructura basada en una familia homoparental, heterosexual, que en muchos casos anula la posibilidad de los análisis para familias ensambladas o más diversas, lo cual es un reto enorme, porque todas las instituciones básicas dejan fuera este tipo de configuraciones, precisó Ramos Portal.
Los estudios de género en Cuba comienzan a socializarse después de la pasada década del noventa y el Código Penal data de 1985. Las modificaciones incorporadas en 1992 tuvieron en cuenta algunas miradas de género a instancias de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), pero no son suficientes, agregó el jurista.
Quizás uno de los primeros y mayores desafíos de las leyes que vendrán pasan por dejar de ver a la familia como un espacio privado y reconocerle su alcance público, social y político, reflexionó, por su parte, González Ferrer.
Para ello, se requieren miradas a la familia “no solo desde el Derecho, sino también desde ciencias afines como la Psicología, la Sociología, la Demografía o las Estadísticas, pero no con una visión compasiva o meramente tolerante de los nuevos modelos familiares, sino con una vocación de ecumenismo”, sostuvo Pérez Gallardo.
“En esta visión inclusiva, cada vez más pluralista, deben prevalecer el amor, los afectos, las emociones, la solidaridad, la responsabilidad, el sentido de convivencia, más allá de estereotipos sexistas, de presupuestos ideológicos o de requerimientos normativos”, precisó.
Cuba trabaja actualmente en la elaboración de un nuevo Código de las Familias, con el reto de incluir la diversidad de instituciones familiares y problemáticas del escenario social, un proceso que el UNFPA estará siguiendo de cerca.
El Código deberá estar listo en dos años, según lo acordado tras la aprobación de la nueva Constitución de la República, y su proclamación el pasado abril.
Para Yamila González, los desafíos son muchos, en tanto se trata de numerosas instituciones familiares a modificar, actualizar sus contenidos y hacerlos viables para que respondan a las necesidades y garanticen la solución de conflictos que se pueden generar en ese espacio. (Dixie Trinquete/UNFPA, con informaciones de SEMlac Cuba)