En la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”, Daniela Jomarrón y Orlando Amador celebraron que, el 15 de noviembre de 2022, la población mundial ascendió a 8 mil millones de personas.
Él tiene 27 años, es parte del equipo cubano que ganó recientemente la I Copa Mundial de Baseball5 e imparte clases de Baseball en ese centro universitario. Ella, de 22 años, estudia el cuarto año de la Licenciatura en Cultura Física.
Para Daniela y Orlando, es un logro que 8 mil millones de personas habiten el planeta, pero señalan la necesidad de unir fuerzas para poner fin a las guerras y las inequidades que niegan el derecho de vivir plenamente a una buena parte de la humanidad.
Orlando Amador y Daniela Jomarrón participan en los proyectos que lleva a cabo la Universidad del Deporte y, a través de la promoción de la actividad física, contribuyen a mejorar la calidad de vida de personas de todas las edades.
Orlando cree que, en este contexto, “defender el derecho de las parejas a tener tantos hijos e hijas como deseen es muy importante para el desarrollo de las sociedades”.
Lograr que todas las personas puedan decidir libremente la cantidad de descendencia que quieren, el momento de tenerla y el espaciamiento entre cada hijo o hija, es una de las metas que plantea el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, aprobado en 1994 por 179 países.
No obstante, este año, se conoció que casi la mitad de todos los embarazos del mundo (121 millones) son no intencionales, según el Informe sobre el Estado de la Población Mundial, elaborado por el UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas.
Tanto Daniela como Orlando, junto a sus respectivas parejas, han decidido esperar unos años para ser madres y padres.
“En mi caso, mi pareja y yo hemos planificado no tenerlos ahora porque todavía somos muy jóvenes. Queremos darle las mejores condiciones a las criaturas que llegarán. Por eso siempre nos cuidamos de un embarazo no deseado”, explica Daniela.
Daniela Jomarrón aspira a un futuro de equidad entre hombres y mujeres.
Esta elección es parte del ejercicio del derecho a la autonomía corporal que deberían disfrutar todas las personas. Sin embargo, solo el 55% de las mujeres a nivel global están en condiciones de hacerlo.
Afortunadamente, Daniela ejerce su derecho a la autonomía corporal: “soy una persona independiente. Siempre he tomado mis decisiones sobre mi cuerpo, mi sexualidad y mi salud. He hecho las cosas de manera consciente. Con eso, nunca he tenido problemas”. Para eso, dice, ha sido fundamental la comunicación y la confianza que ha sostenido con su madre desde la niñez hasta ahora.
Del mismo modo que ejerce su derecho a la autonomía corporal, Orlando respeta el derecho de las mujeres a ejercerla. Además, cuida de su salud sexual y reproductiva, como parte de la atención que le brinda a su cuerpo, su principal herramienta de trabajo.
Junto a su esposa, han elegido usar el preservativo durante sus relaciones sexuales como método de protección. “El día que decidamos tener hijos, tomaremos las medidas e iremos a hacernos nuestras pruebas para saber que podemos tener relaciones sexuales sin protección”.
Sin embargo, reconoce, “hay escasez de condones. En muchos casos no aparecen y entonces tengo limitaciones para tener relaciones sexuales”.
En Cuba, existe actualmente una insuficiente disponibilidad y variedad de métodos anticonceptivos, debido a las afectaciones en las cadenas de suministro provocados por la covid-19, las medidas restrictivas impuestas por el gobierno de Estados Unidos al país, y la difícil situación económica que atraviesa el país, marcada por la inflación y escasez.
El UNFPA ha apoyado a la isla con la donación de condones masculinos, medroxiprogesterona inyectable e implantes, y con la incorporación de 200,000 USD en el plan de trabajo conjunto con el Ministerio de Salud Pública, con el objetivo de adquirir dispositivos intrauterinos y el instrumental para su colocación, con fondos de la Oficina Regional de América Latina y el Caribe. De esta manera, busca contribuir con el país en sus esfuerzos para ampliar la gama de opciones para la anticoncepción.
La corresponsabilidad como base de la equidad
Las mujeres cubanas son el 60,5 % de las graduadas universitarias, de acuerdo con datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información. Sin embargo, “el total de mujeres ocupadas en la economía se ha mantenido en el orden del 37% en los últimos años”.
Daniela tiene muy claro que trabajará luego de graduarse. Y, para ella, eso significa una apuesta por la corresponsabilidad en la distribución de las tareas de cuidado al interior de su futuro hogar. “Hay que lograr la mayor igualdad posible para que tanto las mujeres como los hombres puedan trabajar y superarse. Quien primero llegue a la casa, puede empezar a hacer la comida, limpiar, lavar... Y a los hijos, desde pequeños, enseñarlos a contribuir con las tareas domésticas, no importa si es niña o niño”.
“Ambas partes de la pareja deben ser independientes económicamente y, a la vez, cuidar de la casa, de las personas mayores y de los niños”.
En 2016, la Encuesta Nacional de Igualdad de Género develó que el 30.9% de las mujeres encuestadas consideran que la sobrecarga en las labores del cuidado son un problema. De acuerdo con esta investigación, las mujeres dedican 14 horas más de tiempo que los hombres a las labores de cuidado en sus hogares.
La esposa de Orlando no es una de estas mujeres. “Nosotros nos acoplamos con las cosas de la casa. Para mí, que uno sea hombre o mujer no significa que tenga que hacer unas tareas y otras no. Hay que jugar con los tiempos para apoyarnos mutuamente y disfrutar el tiempo libre como pareja”.
En su día a día, Orlando Amador no sigue las normas tradicionales de género que, de modo general, limitan el ejercicio pleno de derechos de las mujeres cubanas.
En un mundo de 8 mil millones de personas, la transformación de las normas tradicionales de género, especialmente aquellas relacionadas con los roles de las mujeres y los hombres en las familias y sociedades, fortalecen la resiliencia demográfica de los países y permiten aprovechar al máximo las potencialidades de todas las personas para construir un mundo más próspero, equitativo y sostenible.
En Cuba, el UNFPA contribuye con las instituciones nacionales para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. En particular, apoya la implementación del Programa para el Adelanto de las Mujeres, el cual incluye componentes relacionados con la salud sexual y reproductiva, la prevención y atención a la violencia basada en género, el acceso de las mujeres al empleo, así como la distribución equitativa de los trabajos de cuidado.