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Prácticas nocivas como el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y la preferencia por hijos varones son analizadas en la edición de 2020 del Estado de la Población Mundial, reporte bandera del UNFPA, Fondo de Población de Naciones Unidas.

Estas prácticas nocivas por lo general, se llevan a cabo con el respaldo de las familias bajo la creencia de que son normales y beneficiosas para las niñas, adolescentes y mujeres.

Más allá de tradiciones, culturas y religiones, las raíces de dichas prácticas están en las inequidades de género y la discriminación contra mujeres y niñas perpetuadas por el orden patriarcal reinante en todo el planeta.

De acuerdo con el reporte, en muchos casos, las prácticas nocivas incorporan la falta de empoderamiento y las inequidades de género desde muy temprano en la vida de niñas, mujeres y adolescentes. Las niñas y mujeres a las que se les educa en la creencia de que sus cuerpos existen principalmente para el placer y el control de los hombres, usualmente no conocen cuáles son sus derechos. Al mismo tiempo, estas prácticas profundizan la falta de empoderamiento y la vulneración de derechos.

Todas las prácticas nocivas se derivan de la idea de que los derechos y bienestar de las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres son menos importantes que los de sus pares varones.  Como resultado, las niñas y mujeres tienen menos opciones durante sus vidas. Las decisiones sobre ellas y sus cuerpos son tomadas por otras personas, y sus vidas terminan quedando bajo el control sexual, legal y económico de otros.

Las prácticas nocivas generan un daño agudo y muchas veces irreversible que acompaña el cuerpo y la mente traumatizada de una niña o adolescente en su transcurso hacia la adultez. Una niña sometida a la mutilación genital femenina se enfrenta, en primera instancia, a dolores severos y el riesgo de infección, hemorragia, e incluso la muerte. Durante el resto de su vida, ella luchará contra numerosas infecciones, dolores crónicos, relaciones sexuales molestas o dolorosas, la pérdida del placer sexual y dificultades para dar a luz. Asimismo, su salud mental se verá afectada, incluyendo la presencia de desórdenes de estrés postraumático.

El matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y la preferencia por hijos varones dificultan, además, la posibilidad de que una niña o adolescente pueda recibir una educación apropiada, ganarse el sustento de manera digna, tomar decisiones de forma autónoma y defender sus derechos. Una adolescente forzada a casarse tiene más posibilidades de abandonar la escuela que sus compañeras de estudio que no fueron obligadas a hacerlo. Esto disminuirá sus oportunidades laborales. También la hará sentirse socialmente aislada y puede correr el riesgo de padecer una depresión severa. A esto se suma la posibilidad de tener un embarazo, ya sea deseado o no, antes de que su cuerpo esté preparado, lo cual conduce a un sinfín de riesgos y complicaciones para ella y su bebé.

La preferencia por hijos varones, expresada en la selección de fetos de sexo masculino antes del nacimiento o en la preferencia por ellos después del nacimiento en detrimento de las hijas, se traduce en un menor tiempo de lactancia y menor ración de alimentos para ellas, menor acceso a la educación y a las vacunas, etc. En la adultez, esto implica que las mujeres estarán menos equipadas en términos de educación, acceso al empleo, derechos políticos, estatus familiar y con una salud deficiente.

En Cuba no se reporta la incidencia de prácticas nocivas como la mutilación genital femenina o la preferencia por hijos varones. En cuanto al matrimonio temprano, el Diagnóstico sobre incidencia de legislaciones y políticas en el acceso de adolescentes y jóvenes a servicios de salud sexual y reproductiva en Cuba expone que “La posibilidad de contraer matrimonio se otorga a la mujer y al hombre mayores de 18 años de edad; no obstante, el Código de Familia (art.3) designa a los progenitores y, en su defecto, a otras personas para autorizar —excepcionalmente— la formalización de matrimonio de menores de 18 años de edad, siempre que la mujer tenga, por lo menos 14 años cumplidos y el hombre, 16 años”.

Si bien el Estado de la Población Mundial 2020 no hace referencia expresa a las uniones tempranas no formalizadas como una de las prácticas nocivas, la prevalencia de uniones tempranas es una preocupación a nivel nacional. Estas uniones están asociadas a asimetrías en las relaciones de pareja y falta de autonomía en las decisiones en torno a la reproducción que inciden en los embarazos y la fecundidad en la adolescencia.

Como cada año, el Informe sobre el Estado de la Población Mundial constituye una invitación a reflexionar sobre la realidad nacional. Para ello, la Oficina del UNFPA en Cuba realizará un panel virtual titulado: “Las uniones tempranas y el embarazo adolescente. Desafíos en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos.”, donde expondrán las prestigiosas expertas nacionales: Matilde Molina, Subdirectora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana; Francisca Cruz, Responsable del Grupo de Trabajo para la Salud Adolescente del Ministerio de Salud Pública; y Yamila González, Vicepresidenta de la Unión Nacional de Juristas de Cuba.

El panel virtual tendrá lugar este 1 de julio a las 10:00 am (hora de Cuba) y se podrá participar a través del link: https://www.facebook.com/unfpacuba/live/

El UNFPA en Cuba, ha apoyado a instituciones y organizaciones de la sociedad civil en las acciones para prevenir, identificar y atender las uniones tempranas y el embarazo en la adolescencia en el país. En el nuevo ciclo de cooperación 2020-2024 estas son acciones que se mantienen y fortalecen.