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Las mujeres tienen un papel primordial en escenarios de desastres, donde auxilian a muchísimas personas necesitadas, pero ellas y las adolescentes son, a la vez, las más vulnerables en esas circunstancias.

"En situaciones de emergencia las mujeres deben superar inmensos obstáculos para ocuparse de la salud y la atención de los hijos, los enfermos, los heridos y los ancianos, y cargan con el mayor peso del socorro y la reconstrucción", señaló Jesús Robles, coordinador internacional de programa del Fondo de Población de Naciones Unidas en Cuba (UNFPA), el pasado 24 de julio en La Habana.

El experto intervino, junto a especialistas cubanos, en un conversatorio con motivo del 11 de julio, Día Mundial de Población, que este año detiene la mirada en la población femenina en circunstancias de desastres, bajo el lema: "Sin excusas, cuidar la vida de una mujer es prioridad, en cualquier circunstancia y en todo momento".

En el mundo se han triplicado los desastres naturales entre las décadas de 1980 a 1990 y la de 2000 a 2009, de acuerdo con datos del Centro de Investigación sobre Epidemiología de los Desastres, de la Red Interamericana de Mitigación de Desastres (RIMD).
Muchos de estos eventos tienen su origen en el aumento de las tasas de urbanización, deforestación, degradación del medio ambiente y el cambio climático, precisó Robles.

"Como consecuencia, dejan un daño económico extremo y un alto costo humanitario, especialmente para mujeres y niñas", sostuvo.
La periodista Isabel Moya, directora de la revista Mujeres, precisa a SEMlac que esa vulnerabilidad de mujeres, niñas y adolescentes mantiene se mantiene en variados contextos.

"Ellas son objeto de violencia de todo tipo y, como consecuencia, son violadas y tienen embarazos no deseados; son luego las que más sufren en los campamentos de refugiados o evacuados; y finalmente después, en la etapa de recuperación, descubren que mucho de lo que han perdido no lo recuperan", explicó.

Por su ubicación geográfica y otras condicionantes, Cuba vive bajo el peligro de desastres de origen natural, como sismos intensos, sequías e incendios. Pero, sobre todo, experimenta los fuertes embates y amenazas de los ciclones tropicales.

En los últimos 15 años, el archipiélago cubano ha sido impactado, directa o indirectamente, por 28 ciclones tropicales, ocho de ellos de gran intensidad, con un saldo de 56 personas fallecidas y más de 25.000 millones de dólares en pérdidas materiales.

En ese lapso, a la par, "se ha protegido a más de 14 millones de personas", dijo ante SEMlac Marbelis Rodríguez Azahares, especialista de la Defensa Civil.

Ese sistema integra las fuerzas y recursos de la sociedad y el Estado para proteger a las personas y sus bienes, la infraestructura social, la economía y los recursos naturales ante los peligros de desastres, incluida la guerra y las consecuencias del cambio climático.
Con presencia creciente de mujeres, cerca de un centenar de cubanas fungen como especialistas en los distintos niveles del Estado Mayor de la Defensa Civil, señaló Rodríguez Azahares.

En la reducción de desastres, siete dirigen el sistema a nivel provincial y otra cantidad cubre el 40 por ciento en municipios y Consejos Populares, a nivel de barrios.

Más de 500 son decisoras en la gestión de riesgo como jefas de empresas, entidades y direcciones, mientras otras hacen su aporte desde la investigación y los centros científicos.

A ellas se suma un ejército de brigadistas sanitarias formadas por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), única organización femenina del país que agrupa a más de cuatro millones de integrantes.

"Las brigadistas empezaron a formarse justo en 1962, con la creación de la Defensa Civil, para prestar primeros auxilios en situaciones humanitarias", explicó Maritza Rodríguez, funcionaria de la FMC.

Ellas informan a la población, las mujeres y sus familias acerca de los fenómenos y su comportamiento, así como los conocimientos básicos para enfrentarlos, agregó.

También se movilizan en función de las necesidades más urgentes, de divulgar las medidas higiénico-sanitarias, controlar a las familias y mujeres más vulnerables, de apoyar la evacuación y las labores de recuperación.

Un paso esencial en la vigilancia y alerta temprana de peligros naturales, tecnológicos y sanitarios ha sido la creación de 92 Centros de Gestión de Reducción de Riesgos, que sumarán 101 al cierre del año.

Esa experiencia, con apoyo financiero de Naciones Unidas y otras ONG, se ha replicado en cinco países del Caribe: Jamaica, República Dominicana, Trinidad y Tobago, Islas Vírgenes y Británicas y Guyana.

En esa misma línea Cuba trabaja para crear una base regional de almacenamiento de módulos de salud sexual y reproductiva para el Caribe, tras la experiencia de cooperación entre el UNFPA y el Ministerio cubano de Salud Pública en la asistencia a la población afectada en Santiago de Cuba por el Huracán Sandy, en octubre de 2012.

Esos módulos cuentan con elementos de medicina y material renovable y reutilizable, que permiten llevar a cabo cesáreas y otras intervenciones quirúrgicas obstétricas, reanimar a madres y niños, e iniciar el tratamiento antibiótico por vía intravenosa para tratar la sepsis puerperal y la enfermedad inflamatoria pélvica, entre otras acciones en situación de emergencia, explicó el viceministro de salud, Roberto Álvarez Fumero.

Pero aún quedan desafíos por vencer, entre ellos la falta de datos y estadísticas desagregadas por sexo que brinden mayor información sobre las situaciones y necesidades de hombres y mujeres en medio de los desastres.

"Los desastres no tienen sexo, pero sí tienen género", sostuvo la periodista Isabel Moya, quien llamó a rescatar los recursos que despliegan las mujeres en situaciones de ese tipo.

"Es cierto que son vulnerables, pero también tienen una gran resiliencia, esa capacidad para sobrevivir en esas situaciones, por eso hay que estudiar y profundizar en muchas de sus buenas prácticas" dijo y aludió a que muchas veces son ellas quienes organizan la evacuación en casa del vecino, dónde dormirá la gente y hasta cómo se reparte el pan.

Igualmente sugirió ver más allá de las mujeres en general para perfilar grupos determinados. En el caso particular de Cuba, con una población cada vez más envejecida, se impone particularizar en la situación de las ancianas, sostuvo.

También la de cuidadoras que deben evacuarse con la personas a su cargo y necesitan de determinados apoyos y condiciones, las mujeres que viven solas con sus hijos y las que viven en situaciones precarias, describió la psicóloga Norma Vasallo.

Moya agregó que otras arista pendiente es la de atender el impacto psicológico que muchas veces dejan esos eventos, donde las personas logran salvar lo más preciado, que es la vida, pero quedan sin casa y a veces hasta sin recuerdos, porque pierden las fotos de su vida y de la familia. (Sara Más/Tomado de SEMlac)