Hacer de los derechos y la libertad de decidir una realidad para todas las personas Era el año 1969. La población mundial alcanzó los 3.600 millones, un aumento de aproximadamente 1.000 millones de habitantes en solo 17 años. Las tasas de fecundidad en el mundo casi habían duplicado su valor. En los países menos desarrollados, la fecundidad era de aproximadamente seis nacimientos por mujer.
The Population Bomb, de Paul Ehrlich, publicado un año antes, había provocado un pánico mundial sobre la «superpoblación», que el autor predijo que conduciría a la inanición masiva en un «planeta moribundo».
Fue en ese contexto que se estableció el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) con el fin de asesorar a los países en desarrollo sobre las implicaciones sociales y económicas del crecimiento demográfico y con miras a apoyar los programas nacionales de población, que comenzaron a dispensar anticonceptivos a una escala sin precedentes.
Estos programas ofrecieron opciones reproductivas reales a un número cada vez mayor de mujeres en los países en desarrollo y, como resultado, estas comenzaron a tener menos hijos. Millones de mujeres estaban logrando controlar al fin su propia fecundidad.
Si bien la disponibilidad de los anticonceptivos ha aumentado a lo largo de los años, hoy en día aún existen cientos de millones de mujeres que no tienen acceso a ellos o a las opciones reproductivas que los acompañan. Sin acceso, carecen del poder para tomar decisiones sobre sus propios cuerpos, incluso sobre la posibilidad o el momento del embarazo.
La falta de esta capacidad, que influye en muchas otras facetas de la vida, desde la educación hasta los ingresos y la seguridad, impide que las mujeres puedan forjar su propio futuro.
Desde su creación en 1969, el UNFPA ha liderado un esfuerzo multilateral encaminado a ayudar a las mujeres en los países en desarrollo a desenvolverse en un panorama cambiante de barreras que obstaculizan el pleno ejercicio de sus derechos reproductivos. Esta iniciativa ganó un nuevo impulso e inspiración en 1994, cuando 179 Gobiernos se reunieron en El Cairo con motivo de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo y forjaron un plan de desarrollo sostenible basado en los derechos y la libertad de decidir individuales y en el logro de la salud sexual y reproductiva para todos. Ese plan, consagrado en un Programa de Acción, no solo revitalizó el movimiento mundial en favor de los derechos reproductivos, sino que también posicionó al UNFPA como custodio del movimiento.
Las actuaciones combinadas de la sociedad civil, los Gobiernos, las instituciones de desarrollo y el UNFPA en los últimos 50 años han brindado oportunidades y alternativas a las mujeres y las niñas en todo el mundo. Sin embargo, aún nos queda un largo camino por recorrer hasta lograr que todas las mujeres y las niñas tengan la capacidad y los medios para regir sus propios cuerpos y tomar decisiones informadas sobre su salud sexual y reproductiva.
Al mismo tiempo, debemos luchar contra las fuerzas que tienden a hacernos volver a la época en que las mujeres apenas tenían derecho a tomar decisiones en materia de reproducción y, de hecho, en cualquier esfera de sus vidas.
La lucha por el ejercicio de los derechos y la libertad de decidir debe continuar hasta convertirse en una realidad para todos.
Dra. Natalia Kanem
Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA)