Si hay alguna paradoja terrible en este siglo XXI, es que todavía alrededor de 289 000 mujeres mueren innecesariamente cada año, lo que representa unas 800 mujeres al día, y ocurre justamente en el parto.
“Ninguna mujer debe morir dando vida”, sostiene el UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas, y a finales del 2015, en la evaluación del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la Organización Mundial de la Salud declaraba que la mortalidad materna mundial se había logrado reducir alrededor del 44 por ciento entre los años 1990 y 2015.
En Cuba, según estadísticas oficiales, más del 99 por ciento de los nacimientos ocurren en instituciones de salud. El Ministerio de Salud Pública (MINSAP), justamente con apoyo del UNFPA, ha venido trabajando sistemáticamente en la capacitación para la prevención y atención de emergencias obstétricas de diverso tipo, para evitar muertes maternas.
En 2016, el país adoptó la estrategia del Código Rojo, basada en un protocolo para la prevención y tratamiento de la hemorragia obstétrica avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y capacitó a un primer grupo de ginecobstetras y personal de enfermería, que luego replica esa formación a lo largo de todo el país.
Desafío para superar
A pesar de los avances a nivel global, “la mortalidad materna a nivel mundial sigue siendo muy elevada, si tenemos en cuenta que la mayoría de las causas que la producen pueden prevenirse o evitarse”, apuntó recientemente al periódico Granma la doctora Mercedes Piloto Padrón, especialista en Ginecobstetricia del Departamento Materno Infantil del MINSAP.
De acuerdo con la especialista, la hemorragia obstétrica sigue siendo una de las primeras causas de morbilidad y mortalidad materna en el mundo y en los países en vías de desarrollo.
“En Cuba, en los últimos cinco años la hemorragia relacionada con el parto (atonía uterina, acretismo placentario, placenta previa, rotura uterina) aporta entre el 4 y 9 por ciento del total de las muertes maternas”, puntualizó la experta.
Pero a juicio de la doctora Piloto Padrón, aunque hay factores de riesgo conocidos que se asocian a la hemorragia, como las edades extremas de la vida (adolescentes y edad materna mayor de 40 años), obesidad, anemia, cesárea anterior o en este embarazo, condiciones propias en la gestación como placenta previa, hematoma retroplacentario, sobredistensión de la fibra uterina (líquido amniótico aumentado, embarazos múltiples), las dos terceras partes de las pacientes que sangran no tienen factores de riesgo, por lo que no puede predecirse de antemano.
De ahí la necesidad de que todo el personal que esté en contacto con las pacientes en las instituciones de salud conozca, esté diestro y organizado ante esta emergencia.
Para la especialista, existe una mayor probabilidad de recurrencia de un episodio de este tipo en pacientes con antecedentes de hemorragia en el parto anterior. La principal causa de hemorragia posparto es la atonía uterina, que ocurre cuando el útero no se contrae después de la salida de la placenta y se mantiene el sangramiento muy abundante, que llega a comprometer el bienestar y la vida de la paciente.
“Se sabe que hay dos medidas efectivas que pueden reducir la ocurrencia de hemorragia: una es la corrección de la anemia; es ideal hacerlo antes de la gestación, ya que una vez que quedamos embarazadas con anemia es muy difícil curarla”, precisó Piloto Padrón.
“Lo mejor es prevenirla, por lo cual es muy importante asistir al consultorio médico una vez que se esté interesada en gestar, y a través de un análisis de sangre saber la hemoglobina. Ya embarazada se hace necesaria la suplementación con hierro durante todo la gestación, y para ello disponemos de las tabletas prenatales”, señaló.
La otra medida está relacionada con el propio parto en el momento del alumbramiento de la placenta; se implementan en el ciento por ciento de los partos, un conjunto de acciones que aceleran el desprendimiento de la placenta y con ello se propicia menor pérdida de sangre. Entre estas, Piloto Padrón citó el uso de oxitocina, medicamento que favorece el desprendimiento placentario y la contracción uterina, y que resulta ser el componente más importante de estas estrategias.
Un Código que salva vidas
Incrementar la capacidad de respuesta del sistema de salud ante una de las principales causas de morbilidad y mortalidad materna en el mundo, y en Cuba, es hoy una prioridad en Cuba. Es ahí donde entra a jugar un papel muy importante la estrategia del Código Rojo.
La iniciativa comenzó en 2016, con el entrenamiento en el país de 16 profesionales de la salud por parte de especialistas de la Universidad de Antioquia, Colombia, quienes idearon este proyecto y lo comparten con otros países. En el marco de un acuerdo de asistencia técnica apoyado por el UNFPA, los expertos colombianos formaron especialistas cubanos como instructores en la estrategia de la simulación de la hemorragia obstétrica y su repuesta eficaz y articulada, para el entrenamiento sistemático de personal médico.
La estrategia de Código Rojo consiste en el tratamiento del shock hemorrágico bajo los principios de optimización del tiempo, reposición adecuada del volumen sanguíneo, trabajo coordinado y en equipo y utilización de maniobras que reducen la hemorragia, explicó la doctora.
En ese sentido, agregó que para el aprendizaje de este protocolo se ubica a los educandos en un escenario parecido a la realidad, donde sean capaces de resolver una situación de hemorragia, aplicando los nuevos conceptos del Código Rojo. Una vez terminado el ejercicio se hace el análisis en el grupo de todo lo sucedido, principalmente de aquello que podría haber salido mejor para lograr el éxito.
Un aspecto fundamental en el entrenamiento, subrayó Piloto Padrón, es fortalecer el trabajo en equipo, practicar destrezas y procedimientos, pues en las situaciones de emergencia es más difícil que el estudiante o aprendiz pueda hacerlos, porque deben realizarse por el profesional de mayor experiencia y con premura.
La intención es revisar todas las intervenciones para reducir la hemorragia obstétrica, pero además capacitar en la metodología educativa para formar a los proveedores de salud en el manejo de la hemorragia obstétrica, a través de simulación, explicó a fines de 2017 la doctora Alma Virginia Camacho, Asesora Técnica regional en Salud sexual y Reproductiva del UNFPA, de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe, durante una visita de seguimiento al proyecto.
“La estrategia del Código Rojo, basada en un protocolo para la prevención y tratamiento de la hemorragia obstétrica avalado por la OMS, ha sido eje central de la capacitación que les hemos ofrecido a especialistas en zonas rurales y urbanas de Colombia y en Panamá, y en Cuba queremos compartir en escenarios de simulación la experiencia acumulada desde el 2003, cuando se creó el Centro Nacional de Salud Sexual y Reproductiva de la Universidad de Antioquia”, aseguró entonces el especialista en Ginecobstetricia Juan Guillermo Londoño, profesor de la Universidad de Antioquia y unos de los entrenadores de los profesionales cubanos.
“Esta experiencia busca mejorar el acceso a la salud sexual y reproductiva con calidad, y es parte de las nuevas acciones que desarrolla el Programa de Atención Materno Infantil en Cuba para evitar las muertes maternas” aseveró, por su parte, Rafael Cuestas, Coordinador Internacional de Programa de la oficina del Fondo de Población en Cuba.
La iniciativa forma parte del plan de trabajo del Programa de Cooperación entre la oficina del UNFPA en Cuba y el Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) del MINSAP y recibe apoyo de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe (LACRO) del Fondo de Población.
Entre los apoyos, según dijo a Granma Piloto Padrón, fueron donados por el UNFPA cuatro maniquíes para el entrenamiento docente, los cuales están ubicados en las provincias de La Habana, Camagüey y Santiago de Cuba, y próximamente en Cienfuegos, en aulas que se han convertido en laboratorios de simulación para el tratamiento de la hemorragia.
“Hasta la fecha se han capacitado más de 500 especialistas de Ginecología y Obstetricia de todo el país. Este entrenamiento se efectúa aplicando las guías para la atención del shock hemorrágico actualizadas según la evidencia científica”, mencionó.
Asimismo, esta nueva modalidad se incorpora como rutina al abordar las complicaciones hemorrágicas, principalmente en el posparto. “Se han reducido desde el pasado año los ingresos en las unidades de atención al grave por causas de hemorragias en puérperas. A ello también ha contribuido de una manera decisiva la reducción del indicador de cesárea primitiva a un 17,4 por ciento, lo cual ha sido posible mediante la actualización y estandarización de los protocolos de actuación y el apego a los mismos por nuestros profesionales”, destacó.
La meta en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030 plantea reducir en las dos terceras partes la tasa de muerte materna. En América Latina este indicador es de alrededor de 67 por cada 100 000 nacidos vivos, 13 países se encuentran sobre el promedio regional, y el resto por debajo de esta tasa, entre ellos Cuba, pero las diferencias entre las naciones son profundas: por territorio, grupo étnico, edad, por lugar de residencia. Correspondería a Cuba una tasa de 19 por 100 000 nacidos vivos, según la referida meta. Un propósito ambicioso pero necesario.
INDICADORES DE CUBA
2017
- Disminuye la tasa de mortalidad materna total de 41,9 a 38,3 por 100 000 nacidos vivos, lo cual representa cinco muertes menos que en el año anterior.
- Se reduce la mortalidad materna directa de 27,4 a 21,7 por cada 100 000 nacidos vivos.
2018
- Hasta esta fecha se reduce la tasa de mortalidad materna total a 22, 3 por 100 000 nacidos vivos, lo cual representa siete fallecidas menos que en igual periodo del año anterior.
- Hasta la fecha, se reduce la mortalidad materna directa a 19, 5 por cada 100 000 nacidos vivos.
(Dixie Trinquete/UNFPA en Cuba, con informaciones de Lisandra Fariñas/ Granma)