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El UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas, publicó el informe titulado “Maternidad en la Infancia. La Historia no Contada” (Motherhood in Childhood. The Untold Story).

En él se revela que casi un tercio de las mujeres en los países en desarrollo tuvieron su primer hijo o hija antes de los 19 años. Cerca de la mitad tenían 17 años o menos.
El estudio señala que las desigualdades de género y de ingresos son las principales impulsoras de la fecundidad adolescente.
“Cuando casi un tercio de todas las mujeres en los países en desarrollo se están convirtiendo en madres durante la adolescencia, está claro que el mundo les está fallando a las adolescentes”, asevera la Directora Ejecutiva del UNFPA, Natalia Kanem. “Los embarazos que vemos entre adolescentes son una clara señal de que necesitan información y servicios de salud sexual y reproductiva”.
El reporte señala también que, entre las adolescentes que dieron a luz por primera vez con 14 años o menos, cerca de tres cuartos tienen un segundo hijo en la adolescencia y, de las que tuvieron dos hijos o hijas, el 40 por ciento tiene un tercer embarazo antes de terminar la adolescencia.
La mayoría de los nacimientos de niñas menores de 18 años en 54 países en desarrollo son reportados dentro de un matrimonio o unión. Aunque más de la mitad de estos embarazos se clasificaron como “intencionales”, la capacidad de las niñas para decidir si desean tener descendencia puede verse seriamente limitada. De hecho, el informe encuentra que la fecundidad adolescente muchas veces sucede por la falta de opciones, posibilidades limitadas o hasta por la fuerza o la coerción.
Incluso en contextos donde el embarazo en la adolescencia es considerado aceptable y planificado, puede tener repercusiones graves y a largo plazo. Las complicaciones en el embarazo y el parto son la principal causa de muerte entre las niñas de 15 a 19 años a nivel global. Un embarazo en la adolescencia puede, al mismo tiempo, conducir a otras violaciones de derechos humanos como los matrimonios forzados, junto con otras formas de violencia basada en género.
Según este estudio, los nacimientos de adolescentes representan el 16 por ciento de todos los que ocurren en el mundo, y el informe muestra que las mujeres que comenzaron a tener hijos en la adolescencia tuvieron casi cinco nacimientos cuando llegaron a los 40 años.
 “Los gobiernos deben invertir en las adolescentes y ampliar sus oportunidades, recursos y conjuntos de habilidades, ayudando así a evitar embarazos precoces y no intencionales”, agrega Kanem. “Cuando las niñas puedan trazar la ruta de su vida, la maternidad en la infancia se volverá cada vez más rara”.
Por ello, el informe también ofrece recomendaciones a las personas tomadoras de decisiones, que incluyen la necesidad de ofrecer educación integral de la sexualidad, consejería y apoyo social a adolescentes, así como servicios de salud sexual y reproductiva de calidad en un marco normativo que reconozca los derechos, capacidad y necesidades de las personas adolescentes, en especial de aquellas en condiciones de vulnerabilidad.

¿Cuál es la situación en Cuba?

En 2021, la tasa específica de fecundidad en la adolescencia fue de 49.2 nacimientos por cada mil mujeres entre 15 y 19 años, un indicador que muestra resistencia a una disminución sostenida en los últimos años.
El peso de la fecundidad en la adolescencia en relación con la fecundidad total, se ha mantenido alrededor de 17%. Dentro de los nacimientos de madres en estas edades, destacan los de madres menores de 15 años, valor que en 2020 y 2021 ha sido de 369 y 381, respectivamente.
La desigualdad de género, las uniones tempranas y el acceso desigual a la información acerca de la sexualidad y la salud sexual y reproductiva, así como la escasa negociación sobre el uso de los métodos de protección en las relaciones sexuales, se encuentran entre los principales determinantes del embarazo en la adolescencia.
En noviembre de 2020, durante la VIII Conferencia Internacional “Mujer, Género y Derecho”, organizada por la Unión Nacional de Juristas de Cuba con el apoyo del UNFPA, Livia Quintana, Asociada de Programa de la Oficina en Cuba del UNFPA expresó que, aunque pareciera que la isla está en una condición ventajosa con respecto a otros países de la región dados sus muy bajos niveles de fecundidad en todos los grupos, en realidad no es así. “Para países que tienen niveles de fecundidad como los que tenemos en Cuba, la fecundidad adolescente está alrededor de los 10 nacimientos por cada mil mujeres de este grupo”.

 

Livia Quintana, Asociada de Programa de la Oficina en Cuba del UNFPA

 

La fecundidad adolescente en Cuba resulta muy elevada, “teniendo en cuenta las políticas sociales que se vienen desarrollando de manera sistemática. Desde hace más de cuarenta años, tenemos un programa nacional de educación de la sexualidad en el sistema educativo, tenemos políticas que van a atender la salud sexual y reproductiva de las mujeres de manera particular, tenemos un código penal que regula el derecho de las mujeres a ejercer el control sobre su cuerpo y que garantiza las condiciones necesarias para que realicen sus interrupciones de embarazo de manera segura”, agregó.
En este sentido, la Dra. Francisca Cruz, responsable de la Comisión Nacional de Atención Integral a la Salud de Adolescentes del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), agregó que “el Estado cubano está muy preocupado por esta situación porque, a pesar de todas las dificultades y las barreras, es un hecho que en nuestro país las adolescentes tienen acceso gratuito a la educación, a la educación sexual, a los servicios de salud en la atención primaria y en los hospitales”.

 

Dra. Francisca Cruz, responsable del Grupo Asesor para la Salud y la Adolescencia del Programa de Atención Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública (MINSAP)

 

“En el contexto de Cuba, lo que dice la investigación social es que generalmente las mujeres adolescentes que se convierten en madres, lo hacen sin que esto fuera un propósito consciente, sin que fuera una intención. Aunque luego se va generando cierta acomodación y se buscan mecanismos para superar el conflicto inicial de no desearlo, no se puede perder de vista que fue un embarazo no intencionado y esto supone una condición de vulnerabilidad psicológica para esa mujer y para el vínculo que va a establecer con la descendencia”, aseguró Quintana.
Al igual que en el caso de los matrimonios y uniones tempranas, las diferencias de edad entre las adolescentes embarazadas y sus parejas son notables, de acuerdo con Cruz y Quintana. Ambas expusieron que muchas adolescentes tienen relaciones con adultos que, en ocasiones, les superan la edad en hasta más de 30 años y llegan a salir embarazadas de estas personas.
Además de las asimetrías asociadas a la edad, “nos encontramos que estos nacimientos se producen en mujeres que generalmente están fuera del mercado de trabajo; por tanto, están en una condición de subordinación económica, ante otros familiares, ese compañero o cualquier otra persona. Por tanto, están expuestas a una condición de vulnerabilidad; de ahí que toda la sociedad debe involucrarse en este asunto”.
Más adelante, en diciembre de 2021, durante la reunión técnica “Embarazo y fecundidad en la adolescencia. La encrucijada de la toma de decisiones y el ejercicio de los derechos”, organizada por el Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana y la Oficina en Cuba del UNFPA, el Dr. C Antonio Aja Díaz, Director del CEDEM, contextualizó que el embarazo en la adolescencia está sustentado por tradiciones que reproducen las desigualdades de género; por tanto, es algo que no se puede solucionar en un día ni un año, sino que es un proceso que requiere educación y cambios culturales.
 

Dr.C Antonio Aja Díaz, Director del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana

 

Luego, refiriéndose a los desafíos demográficos del país, sentenció: “el envejecimiento demográfico no se puede revertir, pero la fecundidad adolescente sí, y debemos trabajar en eso”.
Marisol Alfonso, Representante Auxiliar de la Oficina en Cuba del UNFPA, consideró que la mirada a dimensiones clave como la generación de datos, los servicios de salud y jurídicos, los marcos legales, la comunicación, la igualdad de género y la participación son componentes clave en las intervenciones dirigidas a la prevención del embarazo y la fecundidad en la adolescencia. Además, aseveró, “es necesario abordar el embarazo en la adolescencia desde una mirada intersectorial, integral y articulada”.

 

Marisol Alfonso, Representante Auxiliar de la Oficina en Cuba del UNFPA

 

“El embarazo en la adolescencia se produce interconectado con otros dos fenómenos: las uniones tempranas y la violencia sexual infantil. Al respecto, el proyecto del nuevo Código de las Familias es una oportunidad en tanto propone eliminar el matrimonio de personas menores de 18 años”, concluyó Alfonso.
La Oficina del UNFPA en Cuba acompaña el trabajo del gobierno y las organizaciones de la sociedad civil para garantizar el ejercicio pleno de los derechos sexuales y reproductivos de las personas adolescentes y jóvenes, así como para avanzar en la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres adolescentes y jóvenes.
Con el objetivo de eliminar las barreras que afectan el acceso y uso oportuno de los servicios de salud sexual por adolescentes, a finales de 2018 el Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) y el entonces, Grupo de Adolescencia del MINSAP con el apoyo del UNFPA, comenzaron a implementar en el país, los estándares de calidad para los servicios de atención a la salud integral de adolescentes, con énfasis en los de salud sexual y reproductiva. Para ello se aplica una metodología de ampliación a escala, que inició con una experiencia piloto en cuatro municipios y, este año, se extenderá a otros 15.
Asimismo, la Oficina del UNFPA en Cuba ofrece asistencia técnica al MINED con vistas a reforzar la aplicación del Programa Nacional de Educación Integral de la Sexualidad con enfoque de género y de derechos, de acuerdo con los estándares internacionales más recientes. Igualmente, presta apoyo técnico a instituciones nacionales y territoriales con el fin de armonizar el diseño, la implementación y la supervisión de programas de EIS a través de un aumento de la coordinación institucional y de las alianzas con organizaciones de la sociedad civil en las comunidades. Igualmente, contribuye a promover el liderazgo y la participación de adolescentes y jóvenes en la elaboración de estrategias de EIS mediante enfoques intergeneracionales y basados en derechos.
De esta manera, el UNFPA y Cuba trabajan de manera conjunta para dar seguimiento a uno de los objetivos recogidos en la “Declaración de Nairobi sobre la CIPD25: Adelantando la promesa”, que compromete a los países a “garantizar el acceso de todos los adolescentes y los jóvenes, especialmente las niñas, a información y educación integral y apropiada a su edad, además de servicios amigables a los adolescentes integrales, de calidad y oportunos, que les permitan tomar decisiones libres e informadas sobre su sexualidad y su vida reproductiva, protegerse adecuadamente de embarazos no planeados, de todas las formas de violencia sexual y por razón de género y prácticas nocivas, y de las infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH/sida, para facilitar una transición segura a la vida adulta”.