No todas las personas son afectadas de la misma manera por la COVID-19, explica el Dr.C Antonio Aja Díaz (Foto: CubaSí)
La COVID-19 ha puesto en jaque al planeta: los sistemas de salud, las economías y la movilidad de las poblaciones —por solo citar los ejemplos más visibles— muestran afectaciones por más de un año y registran para la historia un impacto sanitario global sin precedentes en las últimas décadas.
Si bien aún no se cuenta con una visión completa de la relación entre COVID-19 y dinámica de la población, es sabido que la COVID-19 puede afectar el comportamiento de algunas variables demográficas y, al mismo tiempo, las características de la dinámica demográfica —entre ellas, la estructura por edad y sexo, las interacciones al interior de las familias y la movilidad, entre otros aspectos— influyen en la transmisibilidad del virus SARS-CoV-2, el comportamiento de los rebrotes y sus niveles de letalidad.
A partir de esta interrelación ha quedado demostrado que la investigación demográfica tiene mucho que aportar a la comprensión y contención del SARS-CoV-2, así como al diseño de políticas para atender sus efectos a mediano y largo plazo.
Aunque la posibilidad de contagio de la COVID-19, en términos generales, es la misma para todos los seres humanos, la pandemia ha demostrado que no todas las personas son afectadas de la misma manera. Por ello, los estudios realizados por el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (CEDEM) con el apoyo del UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas, han desempeñado un rol clave en las estrategias de respuesta a la pandemia.
Desde la perspectiva del Dr.C Antonio Aja Díaz, director del CEDEM, es necesario modificar el comportamiento humano frente al virus. Aja precisa que la COVID-19 “está presente en todas las provincias cubanas y ataca a poblaciones diversas. No podemos estar haciendo un análisis de que es la población más joven o es la población más envejecida porque las dos están en riesgo”.
Dr.C Antonio Aja Díaz, director del CEDEM
“Sin embargo, si uno analiza las características por cada uno de los rebrotes que hemos tenido, ahí sí vamos a ver que ha habido características diferentes por regiones. Hubo un momento antes de este último rebrote en que las provincias menos envejecidas del país tenían un mayor protagonismo en la cantidad de casos de contagio, aunque las provincias más envejecidas y los territorios más envejecidos estaban mucho más propensos a consecuencias mortales”.
Entre los resultados de las investigaciones realizadas por el CEDEM, se destaca el estudio del comportamiento diferencial por sexo y edad en la morbi-mortalidad asociada a la COVID-19. Además, el centro ha profundizado en la incidencia de la movilidad de las poblaciones y su morbilidad, las condiciones de sus viviendas, las dinámicas familiares, el desempeño laboral, los hábitos y estilos de vida y consumo, entre otros. Estas investigaciones también aportan evidencias para analizar la influencia que tienen los roles y estereotipos de género junto a la distribución de las tareas de cuidado en los patrones de transmisión al interior de las familias.
Por ejemplo, el impacto de la morbi-mortalidad muestra una clara relación con la estructura por edad y sexo de la población. En el caso de Cuba, se pueden apreciar tasas diferenciales en la mortalidad por la COVID-19 según la edad. El riesgo mayor de morir está en la población mayor de 60 años, aunque eso no excluye a otros grupos de edades, como se ha evidenciado en los últimos meses. Sin embargo, en este tercer rebrote son los grupos de población más jóvenes quienes marcan la pauta en la transmisión.
La M.Sc. Marbelis Orbea López explica que “de los 135 773 diagnosticados con la COVID-19 en Cuba desde el 11 de marzo de 2020 hasta el 31 de mayo de 2021, 126 558 fueron confirmados en el 2021, concentrando el 93 % del total de contagiados desde el inicio de la epidemia en el país, con un promedio de 25 311 confirmados por mes en el presente año”.
Un dato relevante, es que “la estructura por edad y sexo de los casos positivos a la COVID-19 siguen la estructura de la población cubana, pero se aprecian diferencias al realizar este análisis a nivel de provincias o municipios”.
Estructuras por edad y sexo de la población cubana y de los casos positivos a la COVID-19
La especialista señala que “al analizar la relación por sexos de pacientes sintomáticos y asintomáticos se observa que, en 2020, existió mayoría masculina tanto de pacientes sintomáticos como asintomáticos, mientras que en 2021 han predominado las mujeres sintomáticas y los hombres asintomáticos”.
Finalmente, apunta Orbea, “no se observan grandes correlaciones entre variables como las tasas de incidencia, la densidad poblacional, el grado de urbanización o el índice de envejecimiento”.
Las familias deciden
Desde la Demografía, el análisis de los patrones de corresidencia y las relaciones entre generaciones aportan muchos argumentos para la comprensión de la transmisibilidad de la COVID-19 y el diseño de políticas para su detención.
El tipo de familia, su tamaño y composición por edades, el hacinamiento, las condiciones socioeconómicas y las higiénico ambientales de la vivienda, entre otros elementos, son esenciales a la hora de analizar las redes de transmisión del SARS-CoV-2. Son también muy importantes los comportamientos protectores de la familia, la percepción del riesgo de sus integrantes y las relaciones entre generaciones.
La Dra.C Matilde de la Caridad Molina Cintra, Subdirectora del CEDEM, argumenta al respecto: “Los estudios que hemos realizado han demostrado que la fuente de contagio que más abunda es la intrafamiliar, más allá de que existen otras fuentes”.
Dra.C Matilde de la Caridad Molina Cintra, Subdirectora del CEDEM
Al examinar los 2 mil 092 casos positivos a la COVID-19 acumulados en todo el país hasta el cierre del 1ro de junio de 2020, los estudios del CEDEM identificaron que 787 personas positivas se encontraban asociadas a redes familiares, lo cual representaba el 38 por ciento del total de casos del país. Es decir, en ese momento, más de un tercio de las personas positivas estaban asociadas a una red familiar.
Una actualización de los cálculos hasta el 23 de enero de 2021 confirmó ese comportamiento. Las redes familiares y los casos asociados a estas aumentaron de un período a otro en todo el país, incluida la región oriental y central y actualmente estos valores pueden estar multiplicándose por las altas tasas de incidencia en el presente año.
La movilidad y la transmisión del virus
La condición de Cuba como país de emigración complejiza la situación ante la crisis sanitaria y la dinámica que sigue la pandemia en la nación caribeña. Luego de la reapertura de las fronteras cubanas, ocurrida entre octubre y noviembre de 2020 tras casi ocho meses de cierre total, se constató un rebrote de la epidemia, que llega hasta hoy, con tasas de contagio considerablemente más altas que las registradas previamente.
Reportes oficiales del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) notificaron por varios días, al final de 2020, que más del 90 por ciento de los casos confirmados se vinculaban a viajeros.
El hecho de contar con un sostenido saldo migratorio externo negativo y un proceso continuo de diversificación de sus destinos y lugares de asentamientos se combina en Cuba con la gran movilidad internacional de la población residente en el país, que protagoniza viajes temporales y estancias de hasta 24 meses en el exterior.
La MsC. Arianna Rodríguez, investigadora del CEDEM, revela que, hasta la primera quincena de julio de 2020, el 86.66% de población cubana emigrada (919.068) se concentraba en países con alto riesgo epidemiológico de contagio por el SARS-CoV-2, entre los cuales sobresalían Brasil, Estados Unidos, Perú, República Dominicana y Costa Rica.
El equipo de especialistas del CEDEM considera de "alto riesgo" a aquellas naciones con tasas de incidencia por encima de 100 contagiados por cada 100.000 habitantes. En contraste, menos del dos por ciento de estas personas se encontraba en países con riesgo epidemiológico bajo, con tasas de incidencia por debajo de 10 contagiados por cada 100.000 habitantes: Alemania, Italia, Uruguay o Angola.
Al mirar al interior del país, el estudio de la movilidad pendular o cotidiana de la población ocupada ―según municipios de residencia y municipios donde trabajan― reviste gran importancia para conocer cuáles son las provincias y municipios donde existe mayor disponibilidad de empleos y atracción de la población ocupada, y hacia dónde se dirigen los mayores flujos de personas.
Rodríguez apunta que, “al tener en cuenta la movilidad pendular de los residentes en La Habana que laboran en municipios diferentes al de su residencia habitual, se debe referir que los municipios periféricos de la capital (San Miguel del Padrón, Habana del Este, Guanabacoa, La Lisa, Arroyo Naranjo) realizan largos recorridos hasta las entidades donde laboran, situadas fundamentalmente en los municipios de Playa, Plaza de la Revolución y Habana Vieja, lo que significa un intenso y amplio proceso de movilidad entre esos municipios, separados prácticamente por la delimitación de una calle, en la mayoría de los casos”.
Comunicación para incidir en la percepción del riesgo
Directamente relacionada con la percepción de riesgo se encuentran los procesos de comunicación en temas de población y salud. La pandemia por COVID-19 no solo modificó los protocolos de actuación médica ante epidemias de infecciones respiratorias en el mundo, sino que cambió la forma en que la prensa en particular ―y los medios de comunicación en general― manejan las contingencias sanitarias.
Ante la evidencia de una enfermedad nueva y peligrosa, junto a la certeza de que alternativas como la vacunación segura y masiva demorarían en llegar, la información resultó una herramienta vital para que las personas adoptaran las medidas de prevención para protegerse del contagio y salvar sus vidas. Quiere decir que, en situaciones de contingencia sanitaria, contar con procesos de comunicación eficientes puede marcar el cambio en cuanto a elevar la percepción del riesgo de poblaciones concretas.
La Dra.C Dixie Edith Trinquete destaca que “se aprecia un desplazamiento de las coberturas hacia los espacios digitales, originado por un cambio en los modos de hacer producto del confinamiento”. Además, “la cobertura de la pandemia confirmó que aquellos con prácticas sostenidas de periodismo en profundidad estuvieron en mejores condiciones de dar seguimiento efectivo a la pandemia”.
Fecundidad y COVID-19
El UNFPA ha señalado que la pandemia puede tener consecuencias duraderas en la dinámica de la población. En algunos casos, la situación pandémica ha llevado a algunas personas a aplazar la decisión de procrear. En otros casos, las interrupciones en la atención de la salud han dado lugar a embarazos no intencionados.
Al respecto, Marisol Alfonso de Armas, Representante Auxiliar de la Oficina del UNFPA en Cuba, informa que la agencia “está implementando un estudio global sobre el comportamiento de la fecundidad en contextos de COVID-19, investigación para la cual es necesario contar con datos desagregados de calidad y de la cual Cuba forma parte. Algunas hipótesis apuntan al hecho de que países con mejores sistemas de salud, que aseguraron servicios de SSR durante la pandemia, han observado una disminución de la fecundidad. Otros países con sistemas de salud más débiles y menor acceso a la atención de su SSR, han experimentado un incremento de los niveles de la fecundidad. No obstante, todavía es muy prematuro para pensar en hallazgos conclusivos y se espera que tengamos resultados al final de este año o inicio del otro”.
Marisol Alfonso de Armas, Representante Auxiliar del UNFPA en Cuba
Sin embargo, subraya, “con independencia de los resultados, hay un mensaje central: el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva y el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos tienen que ser asegurados durante las crisis humanitarias o emergencias, como la provocada por la COVID-19”.
Datos preliminares, disponibles en la Base de Datos del Sistema de Información Estadística Nacional de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), sugieren que en Cuba hubo una disminución de entre el 8% y el 9% en los nacimientos desde diciembre de 2020 a enero-febrero de 2021 en comparación con igual período del año anterior (2019-2020).
No obstante, los datos son aún muy limitados para atribuir este comportamiento al impacto de la COVID-19 en las decisiones reproductivas de la población cubana. Análisis posteriores proveerán insumos para mayor comprensión. De cualquier manera, el sostenimiento de los servicios de salud sexual y reproductiva como servicios esenciales en Cuba son una contribución clave a la garantía del ejercicio de los derechos en el contexto de la COVID-19.
La Dra. Mercedes Piloto, Especialista del Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) del MINSAP y Presidenta de Sociedad Científica Cubana para el Desarrollo de la Familia (SOCUDEF), alerta sobre el incremento de la morbilidad y la mortalidad materna por COVID-19 durante 2021. “Ha aumentado el número de pacientes graves, críticas y han ocurrido fallecimientos”.
Al respecto, el Dr. Roberto Álvarez Fumero, funcionario a cargo del Programa de Atención a la Pareja Infértil del MINSAP, compartió información sobre este programa y su continuidad en el contexto de la COVID-19.
“Se ha logrado priorizar el Programa como una de las medidas más importantes gubernamentales para atender la dinámica demográfica. La concepción propia del Programa, de ese acceso universal desde el primer nivel de atención, nos ha permitido seguir teniendo embarazos en parejas infértiles a nivel de las consultas municipales”.
Fumero informa que hoy el país tiene 10 213 parejas adscritas y se han logrado, hasta el 5 de julio, 3 714 embarazos, 454 más que en igual fecha del año anterior.
Dr. Roberto Álvarez Fumero, funcionario a cargo del Programa de Atención a la Pareja Infértil del MINSAP
En relación con las dificultades para acceder a métodos anticonceptivos modernos, Fumero y Piloto explican que el impacto del bloqueo estadounidense, las dificultades económicas del país y las afectaciones en las cadenas de suministros globales han provocado que se reduzcan los niveles de importación de estos insumos.
Sin embargo, muestra que las cifras de mujeres embarazadas en el país han disminuido. En 2020 hubo 700 captaciones de embarazos (aquellas mujeres que salen embarazadas y continúan la gestación) menos que en el año 2019 y la cantidad de interrupciones voluntarias del embarazo disminuyeron en 12 000.
En este contexto, señala Marisol Alfonso, el UNFPA continuará acompañando al país en sus esfuerzos para dar respuesta a la crisis sanitaria, dando prioridad a la garantía de la salud y los derechos sexuales y reproductivos.