Isabel Graña Morales reconoce que a casi todo el mundo le cuesta aceptar que alguien en la familia envejezca y pierda la memoria o sus capacidades físicas, pero defiende que la tercera edad es un momento crucial en el ciclo vital de cada persona. “E interesante”, dice, moviendo sus manos con firmeza.
Ella es cuidadora institucional y trabaja en el Sistema de Residencias Protegidas para el Adulto Mayor, una red de instalaciones gestionada por la Dirección de Asuntos Humanitarios de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana (OHcH).
Ser cuidadora institucional, explica con una sonrisa detrás de la mascarilla, “es como ser enfermera: tengo que velar por todo, por lo que sienten, por sus medicamentos y además darles amor, canciones y actividades. Yo les digo que soy la madre joven de ellos”.
Isabel describe cómo a su alrededor aumenta el número de personas de la tercera edad y, para explicarlo, hace énfasis en la disminución sostenida de la fecundidad.
Al respecto, el Dr. Rolando García Quiñones y Dra. Alina Alfonso León explican en el folleto “El envejecimiento en Cuba. Políticas, progresos y desafíos”, una publicación de 2020 de la Fundación Friedrich Ebert Stiftung y el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, que “el cambio en la estructura por edades de la población cubana proviene de una disminución sostenida de la fecundidad: desde 1978 la tasa global de fecundidad ha estado por debajo del nivel de reemplazo y registró 1.57 hijos por mujer en 2019”. En esta disminución sostenida de la fecundidad se expresa el ejercicio de derechos sexuales y reproductivos por parte de las mujeres cubanas.
Además de este indicador, García y Alfonso analizan la disminución de la mortalidad (Cuba presenta una esperanza de vida para ambos sexos de 78.45 años, para el trienio 2011-2013, según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, ONEI) y un saldo migratorio negativo por más de medio siglo.
A partir de la información que aporta el Anuario Demográfico de Cuba que publica la ONEI, se conoce que hoy el país cuenta con un 21.3% de población con 60 años y más. Si bien es un comportamiento generalizado en todas las provincias, hay algunas diferencias que sitúan a Villa Clara, La Habana, Sancti Spíritus como las que presentan un porcentaje mayor, y Guantánamo, Artemisa, como las que tienen un menor envejecimiento de su estructura por edades.
Otro indicador importante es el índice de envejecimiento, el cual expresa la relación entre el número de personas de 60 años y más, y la cantidad de población de 0 a 14 años. Son Villa Clara y La Habana las que presentan una mayor cantidad de personas de 60 años por cada mil de 0 a 14, con 1719 y 1546 respectivamente.
Esta relación para el municipio Habana Vieja, en la capital cubana, es de 1576 personas mayores por cada 1000 de 0 a 14 años.
Ante este escenario, Isabel encuentra realización personal a través de la labor que desempeña. Es técnica de la salud, especializada en logo foniatría y desde que se graduó trabaja con pacientes. “Es muy difícil, no lo voy a negar… A veces nos desesperan un poquito, pero nos damos cuenta de que los amamos y de que es una edad preciosa”.
Como ha experimentado Isabel, el envejecimiento demográfico supone varios retos sin precedentes, entre ellos: los cuidados.
Aunque lo cuidados son necesarios durante toda la vida y todas las personas necesitamos de ellos, en las edades más avanzadas se incrementa el riesgo de padecer enfermedades crónicas como hipertensión arterial, enfermedades del corazón, diabetes mellitus, etc. Algunas de estas patologías suelen incrementar las dependencias de las personas en diferentes grados.
La situación relacionada con los cuidados de las personas mayores se complejizó con la llegada de la pandemia, generada por el virus SARS-COV-2 causante de la enfermedad COVID-19. Se incrementaron las demandas de cuidados relacionados con el acceso a medicamentos, alimentos, productos de aseo y otros de primera necesidad para aquellas personas que tenían mayores riesgos de padecer una forma severa de COVID-19, muchas de las cuales eran personas mayores.
Entre las personas mayores predominan enfermedades crónicas que representan riesgos de una evolución desfavorable ante la COVID-19, con cuadros críticos de gravedad, e incluso con peligro para la vida. La mayoría de las muertes ocurridas a nivel internacional, se han presentado en personas mayores de 70 años.
Según considera el Comité Organizador del II Taller Nacional de Estudios sobre Cuidados, que sesionó a través de la red social WhatsApp entre el 11 y 12 de marzo de 2021, “los cuidados y autocuidados han sido vitales para prevenir el virus y garantizar la supervivencia en duras condiciones de aislamiento físico. El confinamiento de las familias intensificó las cargas de trabajo asociadas a esta labor que muchas personas, en particular las mujeres, realizan a la par de múltiples funciones”.
En el folleto “Segundo taller nacional de estudios sobre cuidados en Cuba. Aprendizajes y propuestas desde las ciencias sociales”, publicado con el apoyo del UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas, este equipo señala que “por la multidimensionalidad de los cuidados y la necesidad de su atención integral e integrada, las articulaciones y actores que favorecen su desarrollo son también diversos. Entre ellos, debe promoverse su actuación estratégica multinivel, que favorezca la corresponsabilidad a nivel nacional – local – comunitario y de las familias”.
En estas circunstancias, la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana (OHcH), que está a cargo del desarrollo integral sostenible de un territorio donde se registra un total de 11.569 personas mayores (6.952 mujeres y 4.617 hombres), las cuales constituyen el 20.74% de la población del territorio, según datos aportados por la Dirección de Asuntos Humanitarios de la OHcH, se ha enfocado en la atención a esa población como una de las de mayor vulnerabilidad.
El mayor reto institucional de la OHcH en los últimos dos años ha sido evitar la transmisión de la COVID-19 entre las personas usuarias del Sistema de Residencias, en un escenario donde las cifras de contagios aumentaron considerablemente durante 2021. La OHcH, y en particular la Dirección de Asuntos Humanitarios ha debido establecer un protocolo de atención estricto y minucioso para la protección de las personas mayores que residen en las Residencias Protegidas e Internas, acorde con el Plan Nacional para la Prevención y Control de la COVID-19.
Asimismo, se debió establecer un plan orientativo de consejos prácticos, con rutinas saludables de contención psicológica, para personas inquilinas e internas y para quienes se dedican a cuidarlas.
La atención al envejecimiento demográfico y los cuidados, forman parte de la estrategia de la OHcH y de la Red de ciudades patrimoniales, en las cuales se integra la dinámica demográfica como tema esencial en los planes de desarrollo local y en los proyectos de rehabilitación urbana.
Cuidados para la persona que cuida
Isabel y Zaida coincidieron recientemente en un curso organizado por la OHcH con el apoyo de la Oficina en Cuba del UNFPA.
El Curso para personas cuidadoras “Autocuidado, fortaleciendo la rehabilitación cognitiva y los retos de la Nueva Normalidad”, tuvo la misión de fomentar el intercambio y la transferencia de buenas prácticas en materia de atención a la población adulta mayor, al envejecimiento poblacional y a las personas que ejercen el cuidado, fundamentalmente mujeres.
En este espacio confluyeron cuidadoras institucionales y personales, quienes alternaron su presencia en el curso con las labores de cuidado que realizan cada día. Dicha acción forma parte del plan de superación sistemática, dedicado a cuidadoras y cuidadores, que desarrolla la Dirección de Asuntos Humanitarios, con la colaboración de Especialistas de la propia Oficina y Colaboradores Profesores de la Universidad de La Habana y de los Tres Niveles de Atención de Salud.
Zaida Dolores Piquero Pluma tiene 71 años y es una cuidadora que también recibe cuidados. Atiende a su esposo, con quien convive, a pesar de que están separados hace más de veinte años. Ambos tienen un hijo que, por cuestiones de trabajo, no está tan presente en sus vidas como Zaida quisiera.
Siempre que puede, Zaida asiste al Centro de Día que funciona en el antiguo Convento Nuestra Señora de Belén. “Voy allí a participar y, como dicen, a coger un aire. Voy para allá casi siempre al mediodía, porque, imagínate, tengo que darle almuerzo o dejar el desayuno preparado. Si está despierto, desayuna; si está dormido, no desayuna. Entonces me quedo en la casa hasta el almuerzo. Él tiene Alzheimer y, por ejemplo, pone una cosa encima de la mesa, da media vuelta y ya se le olvidó”.
Con una voz algo cansada pero llena de los matices que solo poseen quienes regalan amor, se define como “una persona que le gusta ayudar al prójimo. Yo me siento bien si una persona necesita algo y yo la puedo ayudar. De toda la vida he sido, no de las que da lo que le sobra, sino de las que comparte lo que tiene”.
El curso en el que participaron Zaida e Isabel, es el tercero que se realiza para perfeccionar las habilidades y capacidades de atención a las personas mayores y para fomentar el autocuidado de las personas cuidadoras. Participan 50 personas cuidadoras de la comunidad y del Sistema de Residencias de la Dirección de Asuntos Humanitarios.
Durante la inauguración del curso, la Dra.C Marisol Alfonso de Armas, Representante Auxiliar de la Oficina en Cuba del UNFPA comentó que el Programa de País del UNFPA con el Gobierno de Cuba para el período 2020-2024, presta especial atención a los cuidados en dos áreas de resultados clave.
“Bajo el compromiso en el área e igualdad de género y empoderamiento de las mujeres, tenemos establecida la prestación de asistencia técnica, en asociación con otras organizaciones de las Naciones Unidas, a las instituciones gubernamentales y las organizaciones de la sociedad civil acerca del uso del tiempo y los cuidados para el diseño y la implementación de políticas e intervenciones públicas relacionadas. Al mismo tiempo, bajo el compromiso relacionado con la dinámica demográfica, el UNFPA orienta sus acciones al refuerzo de las alianzas multisectoriales y entre organismos de las Naciones Unidas con vistas a concienciar y visibilizar los vínculos existentes entre el envejecimiento, la igualdad de género y la economía del cuidado, así como el refuerzo de las capacidades institucionales relativas a los sistemas de protección y cuidados”.
Alfonso también destacó que “el UNFPA ha estado coordinando una iniciativa a nivel del Sistema de Naciones Unidas en Cuba (SNU) para aunar esfuerzos en el acompañamiento al país en el tema. El marco de cooperación del SNU con el Gobierno de Cuba, incluye un compromiso dentro del área de desarrollo humano y justicia que explícitamente identifica los temas de cuidado como una prioridad”.
Marisol Alfonso de Armas, Representante Auxiliar de la Oficina del UNFPA en Cuba
Del mismo modo, precisó que “el curso se centra en los cuidados de las personas mayores, elementos clave teniendo en cuenta que es el grupo demográfico que más crece en Cuba. Los cuidados son un tema relevante por todo lo que entraña desde las desigualdades de género. La teoría feminista ha estado muy asociada a toda conceptualización del tema. La económica del cuidado trata de reivindicar la importancia del bienestar de quienes ofrecen y quienes reciben cuidados. Es un llamado también la integralidad de las políticas de empleo, de protección social, de género y otras. Sin dudas, no son las personas mayores las únicas que hoy pueden representar un incremento de las necesidades de cuidados, pero el avance de la transición demográfica ejerce una espacial presión a los sistemas de cuidados”.
Teniendo en cuenta que cualquier análisis demográfico debe observarse desde un enfoque de género, derechos e interseccionalidad, la también demógrafa se preguntó: “¿Son las mujeres las que más cuidan?, ¿quiénes son las personas que más demandan cuidados? Desde la mirada demográfica, son las mujeres las que tienen una mayor sobrevivencia, por el conocido fenómeno de la sobremortalidad masculina después de los 50 años. Es decir, hay desafíos para la investigación y las estadísticas. Por ejemplo, en el caso de Cuba, las investigaciones han mostrado que la diferencia en las esperanzas de vida de hombres y mujeres no es la esperada para el nivel de la esperanza de vida total, si se compara con países con indicadores similares”.
Para Zaida, la clave para ofrecer y recibir cuidados es “el apoyo que pueda tener el cuidador. El cuidador o cuidadora necesita apoyo porque es un ser humano también y necesita dormir, necesita un respiro… Ahora nosotros estamos tomando cultura en el país de lo que es el cuidado del adulto mayor, pero tú no encuentras una institución donde poner a tu esposo enfermo y decir, bueno, lo voy a llevar por la mañana para resolver las cosas y después lo cuido durante la tarde y la noche”.
Justo antes de la inauguración del curso, Zaida compartió sus expectativas: “Este no es el primer curso de este tipo que recibo, pero siempre me gusta venir porque una se actualiza”.
Alineado con los desafíos y las oportunidades que implica el envejecimiento demográfico para un país como Cuba, comprometido con el desarrollo sostenible, el curso presenta temas de relevancia para las personas cuidadoras. Entre ellos, un análisis sobre el síndrome del ocaso o Sundowning; la importancia de velar por la alimentación y nutrición en la tercera edad; la inclusión de la tercera edad en el mundo de la tecnología; las enfermedades vasculares periféricas en el adulto mayor; el entrenamiento y rehabilitación cognitiva de las personas adultas mayores; la identificación y manejo de problemas de salud; entre otros.
Hoy martes 30 de noviembre, el curso concluyó con un encuentro online, en el cual participaron representantes de todas las Ciudades Patrimoniales, para compartir esta experiencia y recibir las recomendaciones de las ciudades que componen esta red.
En el encuentro, se intercambió, además, sobre prevención de la violencia hacia personas de la tercera edad y la necesidad de garantizar cuidados de calidad para estas personas (y para quienes les cuidan).